Recientemente, la conversación telefónica entre Donald Trump y Vladimir Putin ha captado mucha atención, sobre todo porque Trump presumió sobre su diálogo con el mandatario ruso, subrayando un aparente progreso hacia la paz en Ucrania. No obstante, los frutos del diálogo no resultan ser tan relevantes como algunos anticipaban.
Durante la charla, Putin hizo una oferta moderada a Trump: detener los ataques rusos contra las infraestructuras energéticas de Ucrania durante 30 días. Este gesto, aunque favorable, no se alinea con lo que Estados Unidos había pedido como solución, que era un alto al fuego total e incondicional por parte de Rusia. Aunque la promesa de Putin podría proporcionar cierto alivio a los civiles ucranianos, no soluciona el conflicto de forma significativa ni termina con la invasión rusa.
La conversación, que duró más de dos horas, no solo se centró en el tema de la paz, sino también en asuntos más ligeros, como discusiones sobre el hockey sobre hielo, algo que, según medios rusos, alimenta la percepción de una relación amistosa y cordial entre ambos líderes. Esta actitud distendida es posiblemente algo que el Kremlin desee destacar, ya que presenta a Putin como alguien que está volviendo a la política global tras años de aislamiento.
La llamada de más de dos horas se ha destacado no solo por el tema de la paz, sino también por otros aspectos que parecían más triviales, como las discusiones sobre hockey sobre hielo, algo que, según los informes de los medios rusos, alimenta la narrativa de una relación amigable y cordial entre ambos presidentes. Esta naturaleza relajada de la conversación es probablemente algo que el Kremlin querrá resaltar, ya que hace que Putin parezca estar regresando a la escena política global después de años de aislamiento.
A pesar de lo que se esperaba, no hubo indicios claros de que Trump pretendiera presionar a Putin o emitir un fuerte reproche por la invasión a Ucrania. En lugar de mantener una postura rígida, el presidente estadounidense se mostró más conciliador y abierto al diálogo. Esto constituye un contraste notable con las interacciones recientes de otros líderes, como el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, quien enfrentó un enfrentamiento en la Casa Blanca hace apenas unas semanas.
Por otro lado, Rusia continúa afirmando que está dispuesta a buscar la paz, pero a su propio ritmo y bajo sus propios términos, lo cual sigue siendo inaceptable para Ucrania. Los ucranianos han señalado que la conversación solo ha confirmado la falta de disposición de Rusia para poner fin a su invasión y que, a pesar de ciertos gestos de comedimiento, los ataques no se han detenido.
Rusia, por su parte, sigue insistiendo en que está dispuesta a la paz, pero a su propio ritmo y bajo sus propias condiciones, lo que sigue siendo una postura insostenible para Ucrania. Los ucranianos han señalado que la llamada no ha hecho más que reafirmar la falta de interés de Rusia en detener su invasión, y que, a pesar de algunos gestos de moderación, los ataques continúan.
Aunque la conversación no ha logrado avanzar significativamente hacia la paz que muchos esperaban, para los ucranianos esta podría ser una pequeña victoria simbólica, ya que representa, en algunos aspectos, un respiro en medio del conflicto. Para la diplomacia de Estados Unidos, el resultado es más bien decepcionante, ya que no se ha logrado un progreso real en el cese de las hostilidades. Sin embargo, en el Kremlin, la jornada se verá probablemente como un buen día, pues marca un momento en el que Rusia ha vuelto a sentarse a la mesa de negociaciones, algo que no era posible bajo las administraciones anteriores.
En definitiva, lo que parecía ser una oportunidad para avanzar en la resolución del conflicto con Ucrania ha quedado en gran parte como una fachada diplomática. Putin, por su parte, ha logrado lo suficiente para proyectar una imagen de avance en la paz, mientras que Trump, con su enfoque más conciliador, podría haber ofrecido a Putin lo que este necesitaba para mantenerse relevante en la escena internacional, sin comprometerse a un cambio sustancial en el conflicto.